I hate this feeling

No lo dudé. Corrí hacia el cuarto de baño, todavía con el uniforme puesto y las calzas arrugadas por debajo de las rodillas. Me senté encima de la cisterna del retrete, justo enfrente del espejo. Las lágrimas estallaban en mis ojos e intentar contenerlas era una tarea casi imposible. Le di al play en el iPod y a través de los altavoces donde estaba conectado, sonó "21 Guns" de Green Day. Me miré al espejo y sin saber exactamente por qué lloraba, contemplé aquellas gotas de agua ligeramente saladas cayendo sobre mis mejillas y desaciéndose en el cuello de mi polo. Los ojos me escocían, y se enrojecían invandiendo todo lo blanco. Cada vez que me observaba en el espejo, llorando y cantando aquella canción, me entraban ganas de llorar con más fuerza. Entonces cerré los ojos e imaginé un mundo sin dolor, tristeza y miseria. El mundo que todos quieren y que solo existe en la imaginación. Me pongo en pie, cojo un pintalabios rojo y escribo en aquel cristal, que reflejaba mi imagen triste y confundida: "I hate this feeling". Y es verdad, de todos los que hay, este, sea cual sea, es el peor de todos. La canción acaba. Avanzo hasta "American Idiot", mi canción favorita, también de Green Day. Ahora las lágrimas habían cesado. Me lavo la cara con agua fría, evitando pensar en la causa de mi desgracia. Diciéndome: "Olvídalo. Déjalo pasar".